Sofìa Martìn Aldea.
Apenas pasadas las dos y cuarto de la tarde del sàbado salì apresuradamente del Hotel Intercontinental después de una intensa mañana en los debates sobre el poder, tomando direcciòn a la estaciòn de Chamartin. Venìan a mi mente todas y cada una de las ideas allì expuestas por los ponentes, intentando aglutinar de manera lo mas ordenadamente posible la conclusión de todo lo que Mario, Monserrat, Bernardo, Antonio Miguel y Jesùs muy acertadamente dijeron en cada uno de sus turnos, muy coincidente con lo que desde la Fundaciòn civil expandimos: la necesaria recuperaciòn del protagonismo de la sociedad civil para el cambio de nuestro destino. Todo lo que hoy en dìa nos ocurre es consecuencia de años de consentimiento tàcito al derroche, a la permisividad y excesos en todos los òrdenes, pero principalmente en la esencia humana. A partir de ahí se desencadena una espiral incontrolable que ha tenido su exponente mas evidente en la crisis en terminos amplios. Y bien,¿ como se ejerce el poder en el siglo XXI? ¿Que protagonismo tiene la sociedad civil hoy en dia? Y el poder, ¿tiene en cuenta los dictados de la sociedad civil o por el contrario lo ejerce al margen? ¿Es posible cambiar el sistema y que la sociedad civil participe de una manera directa en lo pùblico?
Muchos/as de los presentes -entre las cuales me incluyo- somos conscientes de que es necesario un cambio, y èste pasa precisamente por que el individuo participe y tome decisiones en las cuestiones que nos afectan. Ahora bien, el problema esencial es que el sistema se ha concebido para una gran mayoria como el aclimatamiento a un status y modus vivendi que le irroga todo tipo de privilegios que -muy posiblemente de permitir ese cambio del que hablamos –acabarían perdiendo, y ahí esta el quid de la cuestiòn. Un contrasentido por otra parte, pues si estamos viviendo las consecuencias de años de bonanza, y de un fracaso colectivo del sistema, de algo nos deberìa valer para sacar conclusiones, y con altura de miras, buscar mètodos o alternativas para construir un estado de bienestar que perdure en el tiempo.
Nunca ha sido fàcil enfrentarse al poder con argumentos ajenos al propio poder. Todos los casos que conozco y que lo han hecho- algunos bien cercanos- han sufrido las consecuencias de ello, duras por cierto, ello es algo que la sociedad civil deberìamos tener muy en cuenta, pues los damnificados de ello son un ejemplo de valentìa para nosotros.
Pretender introducir cambios de modelo en una sociedad que se aferra a la teoria del mal menor, mas complicado aun, pero no es imposible. Los imposibles no existen para un individuo que lucha por un futuro, que se resiste a aceptar que no podemos hacer nada para salir de este bache que vivimos y que la desidia y la pereza le convierten en uno mas de la multitud pero no lo diferencia como individuo. Y claro en este debate intenso en mis pensamientos, me viene a la mente lo que el gran John Steinbeck relata en lo que para mi es una obra maestra y que casualmente y hace pocos dìas volvìa nuevamente a releer.
“Es maravilloso el modo en que un pueblecito se mantiene al tanto de su propia existencia y de la de cada uno de sus miembros. Si cada hombre y cada mujer cada niño y cada bebe actùan y se conducen según un modelo conocido, y no rompen muros, ni se diferencian de nadie, ni hace experimento alguno, ni se enferman, ni ponen en peligro la tranquilidad ni la paz del alma ni el ininterrumpido y constante fluir de la vida del pueblo, en ese caso, pueden desaparecer sin que nunca se oiga hablar de ellos. Pero tan pronto como un hombre se aparta un paso de las ideas aceptadas, o de los modelos conocidos y en los cuales se confia, los habitantes se excitan y la comunicación recorre el sistema nerviosos de la población. Y cada unidad comunica con el conjunto…”
¿Creèis de verdad que merece la pena seguir como muros, solamente por motivos de obediencia o exclusivo conocimiento de un modelo conocido o somos capaces de embarcarnos en el conocimiento de otros modelos que aunque se aparten de lo convencional nos de alguna clave para salir de esto? Si ello es asi, merece la pena que nuestros gobernantes se exciten, que en lugar de mirar para otro lado miren de una vez por todas del lado de la realidad -que claro que ven, por supuesto- pero a la que no les interesa dar protagonismo pues ello serìa perder el suyo propio. ¿Seremos capaces de desterrar definitivamente la realidad de que por ir en contra de las ideas y modelos conocidos no acabaremos perseguidos y casi en el exilio?
Yo personalmente calibro el éxito o el fracaso de este tipo de encuentros y debates, en torno a la capacidad de extracción de reflexiones e ideas que vienen a la mente en los momentos posteriores a su finalizaciòn. Luego habrà que materializarlas, pero esto es otro cantar. Todo lo que hoy se ha expuesto, constituye un progreso, que se nos oiga, que tenemos convicciones que no conveniencias y que para terminar en tono de humor, (que tambièn lo ha habido en la jornada) y no como decìa Groucho Marx “si no te gustan no las cambio”. Ahí radica la diferencia de la sociedad civil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario