Ayer tratamos en el Gato al Agua el tema de las declaraciones de Esperanza Aguirre sobre el partido de fútbol que hoy se jugará. Para sintetizar mi posición y que quede por escrito, reproduzco las ideas que expuse, comenzando por la afirmación de que hay que distinguir un tema puntual, el partido, de un asunto mas profundo: la evolución del nacionalismo independentista.
- Los acontecimientos actuales son consecuencia de la actitud mantenida ante el nacionalismo a partir de 1978 y la consagración en la CE de un términos, “nacionalidades” que no se corresponde, en mi opinión, con nuestra tradición histórica. A partir de ahí se ha llevado a cabo una política expansiva de ese término que conduce a la situación actual. Y poco a poco se ha evidenciado la ausencia de una verdadera política coherente, operando mas por los hechos consumados que por una categorizaron adecuada del problema. Desgraciadamente, la existencia de una ley electoral injusta, que separa a los españoles en función del territorio, ha provocado que los partidos nacionalistas tengan un peso desproporcionado en el conjunto del territorio nacional, y eso ha servido para condicionar Gobiernos. Aznar, por ejemplo, en 1996, para ser Presidente del Gobierno, necesitó el apoyo del nacionalismo. Lo obtuvo pero a base de cesiones de gran importancia. Por ejemplo, la retirada de la Guardia Cicvil de Cataluña y la Ley de Normalización Lingüística. Los problemas con la lengua en Cataluña nacen de la retirada del recurso sobre esa Ley, condición impuesta por Pujol para que Aznar fuera Presidente del Gobierno. Aznar aceptó, a sabiendas de que eso afectaba a la idea de fondo sobre España. Hablar con Vidal Quadras de este hecho histórico ilustra mucho. Hay mas, pero ahora llega a estos efectos. Si hubiera habido voluntad política de solucionarlo se habrían adoptado decisiones, como, por ejemplo, derogación de esa Ley electoral. Ni PP ni PSOE han querido. El Presidente del Gobierno actual, asegura que el tema de las CCAA, esto es, su posible reforma, ni siquiera se lo plantea. Romay Becaria, nombrado por Rajoy Presidente del Consejo de Estado, declara que el Estado de las Autonomías es un gran logro y que no solo no hay que reformarlo sino aplaudirlo. Zapatero consagra, a través del Constitucional, el Estatuto de Cataluña tras una peripecia política tremendamente desacertada. Algunas autoridades pertenecientes a cierta clase política catalana aseguran que los problemas de su Sanidad derivan de su pertenencia a España…En fin, podría seguir, pero no hace falta. Todo este cumulo de eventos sucesivos lleva a que el problema nacionalista sea un problema serio, y, curiosamente, no se quiere abordar con la seriedad y convicción que reclama. Y por ello llegamos al punto en el que nos encontramos. El partido de hoy no es sino una anécdota que, al encajar en ese fermento previo se eleva a categoría.
- Las declaraciones de Aguirre, al margen de otras motivaciones posibles, como, por ejemplo, sus problemas con el déficit, nacen de un sentimiento que comparto: la indignación ante la deriva del independentismo. Eso lo entiendo. Pero a partir de ahí disiento. Y lo dije claramente.
Primero.- Porque todos queremos que se respeten los símbolos de una nación. Así sucede en el mundo civilizado. El maltrato a las banderas americana o Suiza, por citar un ejemplo, es impensable. Pero no solo por la protección jurídica, sino porque existe un sentimiento de nación. Ese es el problema. No es tanto el símbolo -que si- como la actitud previa que lleva a ese maltrato. Poco a poco destruimos la idea de nación y sin un proyecto de nación claro no hay nada que hacer en el orden colectivo. Destruir sus símbolos es intensificar este proceso de demolición de la categoría. Por eso muchos sienten emocionalmente indignación interior y eso hay que entenderlo.
Segundo.- La reacción debe ser jurídica. Recordé que la Audiencia Nacional ya declaró que los pitidos al Rey caben dentro de la libertad de expresión. Además, el TEDH, a propósito de una condena a Otegui, la anuló y dijo que llamar al Rey jefe de los torturadores entra de lleno dentro de la libertad de expresión. Con estos datos, ¿que se puede esperar jurídicamente de un pitido al Rey? Y si no hay margen jurídico, ¿acaso debemos operar por la fuerza?
Tercero.- La propuesta de Aguirre era y sigue siendo en mi opinión absurda. Ya dejé constancia en Twitter de que es absurda la secuencia que propuso.a) iniciar el partido b) escuchar los pitidos c) suspenderlo y d) celebrar una nuevo a puerta cerrada. Ante todo es imposible: ¿quien desalojaría a miles de personas a la fuerza? ¿Acaso no tendríamos un grave altercado de orden público? ¿Quien asumiría la responsabilidad?. Pero, además, fuera de antena, les dije: ¿que sucedería si en ese desalojo hay herido o incluso un muerto? ¿No habríamos sembrado un mal ya irreparable? No quiero ni pensarlo. Por eso la propuesta de Aguirre era un absurdo lógico en cuanto a su realización práctica y, además, y esto es lo peor, una barbaridad de fondo por el riesgo que semejante propuesta conllevaba.
Cuarto. Igualmente dije que el nacionalismo, que se basa no en la historia sino en lo emocional, si se mezcla con el fútbol, en donde vive al máximo posible lo emocional, sobre todo en determinados equipos y confrontaciones, el riesgo aumenta de modo exponencial. Por eso, además de lo anterior, esas declaraciones afectando al fútbol son mas peligrosas.
Esta fue mi posición. Pero además, Garcia Serrano y yo abordamos algo que me parece importante. ¿Por qué no está el Rey? La respuesta es por su enfermedad. La percepción ciudadana no es esa sino que no acude por otras razones. El envío del Principe crea una problema adicional: los pitidos, inevitables, se dirigen frente al sucesor en la Corona, que está al margen de los problemas que últimamente han atribulado al Rey (Urdangarin y cacería, entre otros). Los dos pensamos que era un error. Hoy viernes, desgraciadamente, el partido se va a convertir en algo en lo que nunca debió derivar, pero los errores del pasado y del presente llevan a esta situación. Ahora solo cabe esperar que el mal sea el menos posible
Hay que saber controlar las emociones, sobre todo cuando se ocupa un cargo oficial. Ya se que muchas personas, llevadas por esa indignación van a aceptar propuestas maximalistas. Pero no es el camino. Hay que abordar la cuestión en su raíces, no en sus derivadas. Lo del fútbol es solo una de las muchas manifestaciones de este problema, que sigue sin resolverse y que, en mi opinión, no se resuelve, sino al revés, con declaraciones como las de la Sra. Aguirre, quien, finalmente, decide no asistir al partido. No me importa que su propia formación política la haya dejado sola. Son muchos los españoles que no comparten en absoluto los sentimientos independentistas y que están indignados con la deriva del asunto, pero para quienes esa propuesta era absurda y creaba mas problema que otra cosa. Cierto es que algunos la apoyan. Y eso entra dentro, claro, del derecho a la libertad de expresión y de opinión. Pero, insisto, en mi opinión una propuesta que no podía realizarse físicamente, que llevaba un riesgo gigantesco, que afecta a un tema tan emocional como el nacionalismo y que me mezcla con la mas emocional que tenemos en movimientos de masa que es el fútbol, es una propuesta absurda.
http://www.fundacioncivil.org/2012/05/el-partido-de-hoy-aguirre-o-la-colera-de-los-dioses/
Muy buena su opinión y acertada para mi en todos los extremos, excepto en el problema de desalojar un campo de fútbol, y le reformo la pregunta,
ResponderEliminarCuanto tiempo seguirían las aficiones en el campo si se suspende el partido y los jugadores y árbitros se retiran?
¿Cómo vamos a ser un Estado de Derecho si algunos consideran un derecho delinquir?...
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