Reflexiones de un botarate. Por Daniel Movilla

Los últimos viernes de cada mes tengo una comida con varios amigos. Nos juntamos a charlar, a discutir sin acritud y cómo no, a resolver, a nuestro modo, los problemas que afectan al país. Ya se sabe que detrás de cada español, hay un Presidente de Gobierno. Y en cada tertulia, un cambio constitucional. Por cierto, tengo que preguntarles el próximo día a mis amigos por qué a esas comidas no invitamos a mujeres.

Bueno a lo que iba; este viernes pasado nos volvimos a juntar en esa comida y la verdad, yo soy mayor, pero he notado que la gente mayor está mucho más mayor que yo. Tiene miedo a cambiar el modelo de vida en el que han vivido tantos años. Tiene mucho miedo a reconocer la nueva realidad, a reconocer que hay que cambiar nuestra forma de vivir. Ellos saben, como sabemos todos, que este sistema está acabado y lo que no sabemos es como se cambia este modelo, que hay detrás de esa puerta. No pueden aceptar lo que está pasando, sin que se les caiga el mundo encima. Hablas de Europa como un conglomerado de intereses difícil de coordinar y dicen que sí pero mejor no tocarlo, no vaya a ser. Hablas de la reestructuración de las Autonomías, incluso de su supresión, y amigo, has nombrado a la bicha. Y fíjate que entre los contertulios hay empresarios, un Notario, políticos, catedráticos y también gente de mal vivir, como yo. Vamos, un ejemplo de multiculturalidad.  Ellos, gente con criterio y posición; yo, un inconsciente. Pero ciertamente, mucho más abierto a este futuro incierto, que todos ellos. Bueno, ya decía mi abuela que soy un botarate.

Pero, ¿por qué no decir que la Unión Europea no se ha mojado ni un pie en el tema de Repsol y Red Eléctrica? ¿Por qué no decir que los políticos hoy no sirven para lo que se les necesita y cuando se les necesita? ¿Por qué no comentar que los jóvenes españoles pasan de la monarquía? ¿Por qué no decir, en fin, que este país está en quiebra, que no podemos presumir ante nuestros hijos de haberlo hecho bien? Ya sé que es duro, pero la próxima y pobre generación, si no decimos la verdad, nos va a poner a escurrir. Y con razón

Hemos hablado de todo un poco y no hemos coincidido en nada. En casi nada, mejor dicho. Porque el vino y las viandas han sido unánimemente elogiadas por todos.

He pensado no volver a esas comidas... No porque yo tenga razón, sino porque es muy aburrido no confrontar, no discrepar  con argumentos y sobre todo, es muy aburrido no encontrar razonamientos más allá del miedo. Esos que te dejan silente y convencido. Aunque pensándolo bien, el mes de mayo volveré y creo que voy a pagar en pesetas a ver si me las aceptan.

Mi abuela tenia razón. Soy un botarate.

Daniel Movilla

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