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La semana pasada asistimos a una jornada de huelga, que para unos, los menos, fue un éxito, y para otros, entre los que me encuentro, fue un absoluto fracaso. Pero creo con sinceridad, que da exactamente igual que haya sido un éxito o un fracaso. Todas las huelgas futuras que los Sindicatos puedan organizar en los próximos cinco meses, solo servirán para acercar a nuestro país mas rápidamente a una situación de no retorno.
El problema, el gran problema español, bajo mi punto de vista, es que no acabamos de entender lo que nos está pasando. Y nadie nos lo explica bien. Al no entenderlo, nos enfrentamos a nuevas situaciones, con planteamientos viejos; planteamientos que ya no sirven.
Bajo mi punto de vista, asistimos atónitos y despistados, a un final de ciclo. Y no quiero entrar en teorías catastrofistas, relacionadas con el nuevo milenio. Solo quiero dejar unas cuantas reflexiones para que ustedes piensen si estoy en lo cierto, o no.
En primer lugar, España carece de un plan de futuro. Tanto económico, como social. Nuestros sectores emergentes, que albergaban mayoritariamente la mano de obra española, o ya no existen, o se encuentran en estado terminal. No hay un modelo de país, porque no hay tampoco un modelo de futuro industrial y empresarial. No sabemos hacia donde tirar. Nadie es capaz de decirnos a la cara, si vamos a ser el geriátrico de Europa o si vamos a ser capaces de liderar nuevos sectores de producción y cuáles son en verdad esos nuevos sectores.
En segundo lugar, nuestros líderes políticos, al margen del deterioro de su imagen pública, se encuentran atados de pies y manos por las directrices del gran hermano europeo. Hoy administran miserias económicas y están lejos de poder contestar las preguntas de sus ciudadanos.
Ciudadanos, que están más o menos tranquilos mientras sus ahorros sigan aguantado, más mal que bien, esta terrible crisis económica. ¿Pero cuánto tiempo puede durar esta tranquilidad?
Cuando eso acabe, cuando las pensiones de los abuelos y nuestros ahorros adelgacen de tal manera que no puedan sostener la economía familiar, ¿qué pasará entonces?
Porque no nos dicen: señores esto se acabó. Tenemos que vivir de otra manera. Somos pobres. Estamos endeudados hasta la médula y tenemos que pagar.
Y en último lugar, pues sucederá lo que siempre sucede cuando se llega a un final de ciclo. Surgirán, al margen de Sindicatos y Patronal, movimientos sociales organizados, que basados en las nuevas tecnologías, serán capaces de aglutinar reacciones y directrices difícilmente controlables por el sistema establecido hasta ahora. Savia nueva, para planteamientos sociales y económicos nuevos. Y no hay que tener miedo. Y aparecerán también, cómo no, plataformas ciudadanas con deseos de redefinir los principios de la participación política, de reestructurar la gestión de los asuntos del Estado y de ayudar a la construcción de sociedades más justas.
Daniel Movilla
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