jueves, 17 de mayo de 2012

Oligarquía asturiana. Por Lorenzo Abadía

La miseria moral y la mezquindad cívica que están demostrando los dos grandes partidos en Asturias, aunque ya no sea capaz de sorprender a la condición de ingenuidad más prístina, no deja de resultar embarazosamente patética y un fiel reflejo de la contextura humana de quienes la ostentan. Es decir, las cúpulas oligárquicas. La reforma electoral que plantea UPyD (pinchen aquí si la quieren leer) es una felonía, un desastre, un engaño al votante que busca la regeneración de lo público y muy especialmente su propia libertad política. Hacer las circunscripciones más grandes, una nacional y el resto provinciales hasta que puedan ser autonómicas, es dar más fuerza si cabe a los partidos políticos y por lo tanto a las estructuras oligárquicas que las controlan. Cuanto más extensa es una lista, menos representativa de los votantes resulta, pues al número, por ejemplo, 74 de la misma no le conoce nadie excepto aquellos a los que ha servido, pero jamás el votante. Las listas (qué más nos da que sean abiertas si el que pone al candidato es el jefe del partido y por tanto, a quién aquel servirá para ser incluido en las listas de la siguiente elección) son la antítesis de la representación, que ha de ser necesariamente personal y que se consigue a través de la circunscripción uninominal o del diputado de distrito, que es lo mismo. Las listas constituyen la manera de tener apesebrados a los pusilánimes y mediocres diputados que jamás osarían a implementar el mandato representativo exigido en la Constitución, de exigirles disciplina y obediencia al partido y no al votante y de violar los programas electorales en beneficio de la oligarquía. Una lista no es democrática porque no puede ser representativa. Sólo las personas libres, de manera personal y sin sujeción material a un partido, aunque sí pueden estar afiliados a él o ser simpatizantes o contar con su apoyo, pueden representar a la sociedad y ser responsables de sus promesas. Sólo mediante la revocatoria de mandato, el elector puede estar seguro de que su representante le representa. Porque si no lo hace dejará de serlo sin esperar a que termine la legislatura. Porque aquel puede deshacer el poder dado a quien le traiciona. La reforma de UPyD se encuentra en las antípodas de la representación y por lo tanto de la democracia. Con la música de un hombre un voto embauca al ciudadano ignorante a quien le suena agradable ese sofisma de justicia electoral, y que ignora que la lista sólo representa a quien la confecciona y a quien la financia, es decir el Estado, no la sociedad civil. Cambiar la ley D´Hont por la ley de Hare significa cambiar la oligarquía de tres cúpulas por la plurarquía de seis o siete. Y confundir al electorado más ingenuo haciéndole pensar que ahora su voto será más útil, cuando en realidad sólo le resultará útil a esa nueva oligarquía que se une a la vieja. Ni teniendo absolutamente claro este principio, PP y PSOE son capaces de pactar con UPyD. Con la nueva ley electoral, saben perfectamente que el poder de las cúpulas no desaparecería y que éstas seguirían siendo tan oligárquicas como ahora. Pero como eso implica que en Asturias habría un oligarca o dos más con quienes repartir el botín de los votos y el poder, no quieren pactar. Ni siquiera, en plena crisis de régimen, estando a punto de saltar la prima de riesgo por los aires y con amenazas de corralito incluidas, para guardar las apariencias, para hacer como sí, un como que se hace algo, un lampedusiano gesto de imagen y maquillaje de receptividad a las ingenuas demandas populares. Nada, antes perder el gobierno que dar paso a otro oligarca. El gobierno se pierde un año y se recupera otro. Pero oligarca se es siempre. Y no se está para repartir. http://www.mandoadistancia.me/oligarquia-asturiana/?utm_source=dlvr.it&utm_medium=feed&utm_campaign=oligarquia-asturiana

1 comentario:

  1. Aunque resulte repetitivo, vulvo de nuevo a mis recuerdos e impresiones en este asunto.
    La mayoría de las veces que escuché mítines, o discuros, de los partidos políticos. Siempre sentí como una tristeza. Porque, de entre lo que recibía en mi subconsciente era más claro, que el mensaje que ellos pretendía darme. No me convencían nada.
    Incluso de lo que pudiera deducir escuchándoles en sus debates, y a pesar del "encaramiento" entre ellos, que parecía que cada cual, buscaban la verdad, para los intereses de los españoles....
    Nunca llegué a emocionarme positivamente...
    Con todo lo que me explican, aquí, y a tavés de otras vías y personas, ésto para mí, sí es creíble. La verdad se hace evidente. Y la realidad lo confirma.

    Ahora, ¿Cómo cambiar nosotros desde la sociedad, interferir definitivamente en el rumbo de todo este plan establecido en España, por los políticos?
    Cómo, pero urgentemente...
    No es posible esperar cuatro años más, para el cambio. Esto es muy urgente.
    Por lo nefasto para España. Y por lo vergonzo e injusto, igualmente.
    Saludos deSananda

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