domingo, 3 de junio de 2012

Rato y la honradez moral. Por Mario Conde

Rodrigo Rato, ex ministro de Economía, ex director del FMI y ex presidente de Bankia, presentó el pasado jueves una carta, creo que en el consejo de Caja Madrid, en la que analizaba “el Plan de Recapitalización de Bankia por importe de 22.000 millones de euros”. En una primera puntualización aclara que el importe real es de 22.000 millones de euros, aunque debido a una serie de ajustes técnico-contables se queda en 19.000 millones, que es la cifra oficial difundida por los nuevos gestores para reclamar fondos al Estado.
Lo que me importa de esta carta es la siguiente frase: “En efecto, se trata de provisiones contables y no de pérdidas reales ya producidas con salida de caja alguna; son provisiones por posibles pérdidas futuras, bien sea porque la cartera de participadas o los inmuebles adjudicados valgan menos en el futuro cuando se tengan que vender y se vendan, bien sea porque en el futuro se produzcan mas impagos de préstamos (mora)”. Correcto. Es exactamente lo que expliqué en un programa de Intereconomía y lo que publiqué en un artículo en el Foro de la Sociedad Civil. Así es: las provisiones no son técnicamente pérdidas. Ni hoy ni nunca. Es más, debería añadirse que la experiencia contrastada demuestra que esas provisiones en épocas de recesión se recuperan en alto porcentaje en las de bonanza.
Pero lo que reclama mi atención es algo mucho más denso, importante y de mayor calado nacional y personal que una mera obviedad técnico-contable bancaria. Me refiero al caso Banesto y su comparación con Bankia. En 1993, Rodrigo Rato era portavoz económico y hombre claramente ligado a Aznar, entonces líder de una oposición poco valorada que acababa de perder unas elecciones generales por segunda vez. Pocas dudas quedan, salvo para quienes quieren vivir divorciados de la verdad, de que existió un acuerdo entre Aznar, líder de la oposición, y González, secretario general de un PSOE que, por primera vez, daba muestra de cierta rebeldía frente a su líder, a la sazón presidente del Gobierno. Ambos acordaron intervenir Banesto. Su argumento: el presidente de ese banco controlaba medios de comunicación y su actuación y discursos afectaban al Sistema. Por ello, sometiendo al Banco de España, gobernado por un débil gobernador, ya fallecido, de nombre Rojo, y utilizando como arietes a Narcís Serra, vicepresidente del Gobierno, y Miguel Martín, subgobernador político del Banco de España, consumaron la operación política. Luis María Anson lo explicó, como testigo presencial, en Intereconomía.
¿Cómo lo hicieron técnicamente? Bien fácil: encargaron al Banco de España que transformara provisiones en pérdidas. Primero le dijeron que que se inventara provisiones, como, por ejemplo, el crédito de Juan Miguel Villar Mir. Ordenaron adicionalmente que provisionaran incluso créditos a entidades públicas, que técnicamente no son provisionables. A continuación, sentenciaron: ese monto son pérdidas reales y para dotar de dimensión popular al caso calificaron al engendro contable de “agujero”, que es expresión impactante para la opinión publica. A continuación, convocaron de urgencia al Parlamento, nada menos que un 30 de diciembre, para evidenciar que todos los grupos políticos –insisto, todos– sin analizar ni una línea de balances o cuentas, declarasen magníficamente intervenido Banesto, y proclamasen, a instancia del diputado Montoro, la exigencia de responsabilidad de todo tipo a su presidente y consejeros.
Rodrigo Rato no supo de la intervención hasta que, en la mañana del día 28 de diciembre, su primo, mi querido amigo Vicente Figaredo, se lo dijo por teléfono. Rato consultó con Aznar y este lo confirmó: “Si Mario Conde vende al BBV y se va, no pasa nada” ¿Qué hizo Rodrigo Rato? Seguir la línea oficial que Aznar impuso en el PP –no todos participaban de ella– y González en el PSOE: hablar de agujero, de pérdidas, de quiebra y de responsabilidades penales. Nunca aclaró que Banesto no tenía pérdidas reales, definitivas, sino potenciales. No dijo entonces, en su condición de responsable económico del PP, lo que hoy relata y precisa, con razón, de sí mismo. Ante dos situaciones idénticas, en un caso se apuntó a la política de partido movida por intereses oscuros. En otro, el suyo, el de Bankia, a la pura técnica de contabilidad.
Siempre he dicho que no soy juez, que no me gusta juzgar, que no guardo rencor y que creo en algo Superior. Hoy Rodrigo Rato explica su actuación con algo evidente, pero que negó a otros en idéntico caso. Y que sirvió de excusa para privarles de libertad y de hacienda. Y dicho esto, añado: es inmoral e injusto trasladar toda la responsabilidad de Bankia a Rodrigo Rato. Tiene razón cuando aclara que esas provisiones de Bankia vienen de “inversiones inmobiliarias que se hicieron en el pasado”. Es obvio. Tiene responsabilidad, claro, pero ni mucho menos exclusiva. Ni siquiera principal. Y no sólo por lo de las pérdidas potenciales, sino porque un hombre solo ni aunque se empeñe es capaz de provocar un daño de semejante dimensión en una entidad bien organizada, en la que existen directores, gestores, auditores internos... Pero hace 20 años se empeñaron en convertirme en el único responsable de un agujero inventado. Allí estuvo Rodrigo Rato. Hoy está aquí, peleando por decir lo que entonces negó, o cuando menos no se atrevió a desvelar en su verdadera dimensión.
Y como sigo siendo romántico, me pregunto: a la vista de todo esto, ¿tendría Rodrigo la honradez moral, personal y política de contar a la opinión pública por qué hicieron lo que hicieron con Banesto, conmigo y derivadamente con miles de personas? La historia y la verdad se lo agradecerían y yo, en mi nombre, en el de familia y amigos, consejeros y directores de Banesto de entonces a quienes alcanzó injustamente el agravio y el insulto. Y creo que a corto plazo él se sentiría más a gusto consigo mismo consumiendo verdad reconocida que mentira falseada. Es un servicio a este país. No quiero retornos al pasado sino construir futuro, y este se edifica mucho mejor desde la verdad que sobre la falacia. Ni el rencor ni la venganza ocupan un sitio, por ínfimo que sea, en mi interior. Pero ojalá cumpla Rato con ese deber moral. En cualquier caso, haga lo que haga, yo seguiré ayudándole porque la verdad, como la fidelidad, no se basa en reciprocidades ni en intereses de clase o de otra naturaleza. En castellano disponemos de una palabra llamada dignidad. Suficiente.


http://www.intereconomia.com/blog/blog-mario-conde/rato-y-honradez-moral-20120602

3 comentarios:

  1. Acabo de leer y difundir este artículo y me duele el estómago.. la injusticia me hace daño hasta la naúsea... Ya nada puede ser igual
    Sq

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  2. El poder político hace lo que le da la gana y no entiende de valores morales, injusticia e hipocresía de eso sí hace gala.

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  3. La verdad es, que los que iban delante eran, el que mandaba y el que tenia que mandar.Habia que evitar como fuese al que venia por detras con 39 años y arrasando,seguro que los dos que mandaron temblaron mas de una vez pensando, lo paramos o a este no le para nadie.Solo el sabe las ideas, que tendra para sus empeños.Dos versiones y una verdad,¿segun se mire, se elige la version?.Se atrevera alguien que supo del tema en su tiempo, a hablar ahora....

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