sábado, 4 de febrero de 2012

ESCANDALERA Cascos y el expolio nacional, de Luis María Anson en El Mundo

SERÍA injusto atribuir a la entera clase política esa lacra atroz de la corrupción que indigna a los españoles. No se puede generalizar. La inmensa mayoría de nuestros políticos son honrados. Y así hay que decirlo. Lo que distingue a la clase política española, tan mansurrona y lanar, no es la corrupción sino la mediocridad. Se trata, salvo excepciones, de gentes de segunda o tercera fila en sus profesiones, sin formación cultural y sin preparación para competir en la empresa privada. Al margen de las generalizaciones injustas, es cierto que cada vez son mayores los niveles de corrupción de nuestra clase política, la cual, por la incompetencia de muchos y la voracidad económica de algunos, se ha convertido en el tercero de los diez grandes problemas que atosigan a los españoles.

Francisco Álvarez Cascos se dio cuenta de que la indignación contra los abusos de los partidos políticos se había elevado al cubo en Asturias. Sabía que, a pesar de lo duro que es desafiar el sistema, podía contar con el voto de repulsa con que muchos asturianos querían castigar tanto al PP como al PSOE, porque algunos personajillos de ambos partidos se han dedicado en los últimos años, y en proporción considerable, a colocar a los amiguetes y parientes, a favorecer a los paniaguados, a subvencionar las más pintorescas iniciativas de los afines, a toda clase de trapisonderías y latrocinios, a despilfarrar el dinero público en proyectos megalómanos.

No se equivocó el exvicepresidente del Gobierno Aznar. Puso a los cascos de los caballos a los dos grandes partidos y ganó las elecciones. Lo que iba a ocurrir luego estaba claro. Dicen que Cascos carece de flexibilidad y de habilidad negociadora pero aunque hubiera sido un Talleyrand renacido, el sistema habría explosionado contra él. El expolio del que está siendo víctima el pueblo español en beneficio de los partidos políticos y los sindicatos no es solo asturiano, por cierto. Es nacional. Las últimas elecciones autonómicas en Asturias eran solo un botón de muestra de lo que podía ocurrir en toda España. Había que cortar cabezas para cercenar la rabia. El futuro de Cascos no puede ser más incierto.

Estoy indeciso ante la situación actual. Los abusos de los partidos políticos sirvieron de pretexto o justificación al salazarismo, al franquismo, al fascismo, al nazismo y al comunismo. Es decir, a los totalitarismos que prendieron en la Europa de entreguerras y extirparon hasta el último vestigio de libertad. Es necesario criticar a los partidos políticos. Hay que denunciar sus abusos. Conviene embridarlos en corto y cuanto antes. Pero con mucho cuidado, porque la crítica despiadada o las descalificaciones radicales nos puedan conducir a que surjan nuevas fórmulas dictatoriales. El no a la partitocracia debe ir acompañado de un sí rotundo a la pluralidad de partidos, puesto que sobre ellos, junto a la libertad de expresión, se alza el edificio de la democracia plena.


Luis María Anson es miembro de la Real Academia Española.

1 comentario:

  1. ¿Y no habrá sido que Cascos formando parte del sistema ha tratado de aprovecharse de la indignación?.

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