sábado, 18 de febrero de 2012

Ser motor, no rueda


Art de Daniel Movilla, para el Foro de la Fundación Civil
(3 de eneronde 2011)


Agotadas, en gran medida, las funciones de representación ciudadana otorgadas a las organizaciones políticas tradicionales, es lógica la preocupación que ponen de manifiesto los españoles cuando confiesan que “los políticos” se han convertido en un serio problema para este país. La “clase política”, si cabe la expresión, se ha distanciado exageradamente de las inquietudes que transitan hoy por el torrente circulatorio de la sociedad. Se ha enclaustrado entre los muros de la burocracia y de los procedimientos, que si bien el ciudadano tolera en tiempos de bonanza con una cierta indiferencia, lo censura con radicalidad en coyunturas de crisis más o menos prolongadas como la actual.
Y así, hoy, recuperan una rabiosa actualidad mensajes como el que lanzara hace casi un siglo el Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal: “En la máquina social hay que ser motor, no rueda”. Una idea que, años más tarde, en enero de1961, sonó con fuerza y con un nuevo lenguaje, al otro lado del Atlántico, en palabras del presidente John F. Kennedy: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer por tu país”.
La iniciativa social se abre paso hoy, también en España, para asumir el protagonismo de un cambio que permita, no sólo impulsar decisiones urgentes para neutralizar la severa crisis económica que padecemos, sino la modulación de los poderes públicos, con el fin de que asuman siempre las inquietudes ciudadanas.
Es, quizá, el impulso natural de una sociedad que quiere hacerse oír —en un entorno institucional colapsado, sin ideas, incapaz—, para que el poder político tome conciencia de la gravedad de la situación y reaccione, más pronto que tarde, con firmeza. Entre ellas, la culminación audaz y valiente de la reconversión del sistema financiero, la flexibilización del mercado laboral, una reforma impositiva que rebaje la presión fiscal a familias y empresas, la reducción drástica del gasto público y el adelgazamiento de las administraciones, la consolidación del mercado único español, la reforma del sistema de pensiones, el copago en los servicios sanitarios, el impulso de la productividad y la competitividad de las empresas, la reforma del sistema nacional de desempleo subsidiado, la conformación de un sistema energético que garantice una mayor autonomía del suministro…
Son medidas que reclaman insistentemente numerosos organismos nacionales e internacionales, públicos y privados, para atajar la crisis, para recuperar la confianza de España como país y para regresar a la senda del crecimiento económico. Pero, además de la urgencia que imprime esta coyuntura económica, son medidas que se sitúan en el código de valores de una sociedad que desea recuperar su protagonismo, también en las instituciones públicas y en las tareas de gobierno del país.


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