viernes, 10 de febrero de 2012

La Sentencia Garzón, pura ambrosía. Por Jesús Santaella




Jesús Santaella, brillante abogado y gran conocedor y amante del Derecho nos deja este art. en vozpópuli::


"Cuando el Derecho coincide con la Justicia sin duda estamos ante un placer de dioses. Inalcanzable, claro, para cualquier mortal. Por eso, cuando de forma sobrevenida a uno, que es tan mortal como cualquiera, se le presenta la excepcional oportunidad, lo contamos. Como decían que hizo Dominguín, en su día. A estas alturas de la vida no sé bien si cambiar una situación por otra. O sí, pero es igual. A lo que vamos. Que hoy, el Supremo, de la mano de Miguel Colmenero, o de su pluma, me ha reconciliado con lo que desde hace más de un tercio de siglo constituye mi vocación. El servicio al Derecho y a la Justicia. Porque no es fácil encontrar en la vida práctica diaria un modelo tan noble y ponderado de decisión jurídica –el quid iudicavit- como la Sentencia en el primer juicio a Garzón, tal como la que ha puesto ese ex Fiscal. De quien hace ya años tanto y tan bien me habló uno de sus compañeros de destino en San Sebastián a finales de los 70. Por fin Garzón encontró la horma de su zapato.
70 folios que resumen el mejor y más ponderado monumento en defensa del derecho de defensa. Una pieza literaria incluso, en estilo casi azoriniano, conciso, preciso, contundente, brillante, sin concesión a la demagogia, reproductor de la última y mejor doctrina del Tribunal Europeo en la materia, que no deja fleco alguno a cualquier alegato de la defensa. Garzón prevaricó, dicen los siete Magistrados del Tribunal Supremo en el caso de la escuchas a abogados y clientes. Porque dejó sin contenido esencial el derecho de defensa que no es sino el clavillo del que penden derechos tan esenciales como el de no declarar contra sí mismo, el de la confidencialidad de las comunicaciones entre abogado y cliente, o el derecho a la presunción de inocencia. Eso de ordenar escuchas a los imputados y sus abogados y dejar a salvo el derecho de defensa, sobre la base de atribuirse el Juez la potestad de censura, es una forma de consolidar algo imposible, como lo de sorber y soplar al mismo tiempo, y de eso sólo fue capaz mi irrepetible maestro en política, Pío Cabanillas. Garzón, no. Colmenero en su Sentencia, con precisión de cirujano, desbroza en sus aspectos objetivo y subjetivo los elementos del delito. Las dos resoluciones del Juez, que hizo trampa. Porque escuchar las confidencias del imputado con sus letrados por parte de quien debe ser siempre tercero en la controversia –el Juez- es, en definitiva, jugar con las cartas marcadas. Y eso fue lo que hizo Garzón en el caso –algunos dicen que era práctica habitual en él-.
La esencia de la Sentencia del Tribunal Supremo es que, de forma exquisitamente técnica, con réplica a todos y cada uno de los espurios argumentos de defensa, pacientemente, concluye en que Baltasar Garzón como Juez en el caso fue un tramposo. Porque la esencia del derecho a un proceso justo en un Estado democrático de Derecho consiste en un proceso limpio. La Sentencia es irreprochable. Incluso en la elegante desestimación de la hipócrita solicitud de indemnización por 1€ por parte de la acusación particular. Es unánime, lo que la dota de superior valor. Cuando de prevaricación judicial se trata, si nada menos que siete Magistrados del Supremo, sin un voto discrepante ni particular, coinciden en la calificación de la conducta enjuiciada como constitutiva de ello, que venga Dios y lo vea que seguro que no discrepará tampoco. Por muchos manifestantes que les tilden de fascistas. Y por mucho acogimiento a la kantiana conciencia a la que quiera acogerse nuestro ínclito Príncipe, como si de a sagrado se tratase. Que no, que no vale ese subterfugio.
A mí, hoy por hoy, esta Sentencia me ha rejuvenecido y me ha hecho recordar –no es la primera vez que lo sostengo- a Antonio Pedrol, a quien tanto, como a Ramón Sijé…... Nunca entenderé como el Colegio de Abogados de Madrid, en caso tan notorio y singular, donde el derecho de defensa estaba en juego, ha estado ausente. Y mi gratitud, como la de tantos que seguimos creyendo en la fuerza creativa del Derecho en una sociedad democrática a compañeros como Ignacio Peláez, José Antonio Choclán y Pablo Rodriguez Mourullo que, a pesar de la soledad, mantuvieron bien altas sus convicciones. Gracias a ellos, en nombre de todos. Y a nuestro Tribunal Supremo, que nos ha asegurado también a todos, letrados y ciudadanos de cualquier condición, que el derecho a un juicio justo, limpio e imparcial sigue siendo posible en nuestro sistema."


2 comentarios:

  1. Me gustaría hacer una serie de consideraciones sobre los juicios de valor que se están realizando sobre el caso Garzón

    1. LE TENÍAN MUCHAS GANAS.

    Con las ganas no se imputa, juzga o condena a nadie; la policía se pasa el día buscando pruebas para inculpar a delincuentes a los que “les tienen muchas ganas”, pero solo si esas pruebas y/o los indicios son aceptados por un juez, si el inculpado disfruta de todos sus derechos de defensa y si, al final, quedan probados los hechos, podrá ser condenado. Soy consciente de que es una obviedad, pero a la izquierda hay que explicarle que los deseos -como a ellos sí les gustaría- no condenan, condenan las actuaciones ilícitas.

    2. GRANDES MÉRITOS DEL SR. GARZÓN COMO JUEZ
    No sabía que había tribunales que juzgasen a los personajes y otros que se ocupasen del resto de los ciudadanos. No sabía que si un personaje comete un delito, hay que balancear este con todos los méritos y honores que haya obtenido a lo largo de su vida.
    Si fuera así, ningún tribunal condenaría a personajes que hayan matado a su mujer a palos, o que hayan abusado sexualmente de un niño, si antes han sido: un premio nobel de literatura, un actor conocido, quien escaló 7 ocho-miles o a un Benedictino…

    3. LA IZQUIERDA NO ACATA Y LA DERECHA APLAUDE.

    No debíamos preguntarnos por qué un juez, un presunto árbitro imparcial, es siempre aplaudido, jaleado, defendido y protegido en sus actuaciones por una ideología concreta. ¿No es una casualidad que esa ideología se sienta siempre satisfecha con las actuaciones de este juez? No será que este juez ha venido imponiendo una justicia sesgada, que beneficia y protege a unos y somete al peso de “su ley” a otros.

    4. ASUMIRÍAN LOS DEFENSORES DE GARZÓN SU PROPIO RASERO.

    Quienes defienden a Garzón y sus actuaciones, y consideran que no debe ser juzgado por ellas, consideran que, a partir de ahora:
    a. Se pueden grabar todas las conversaciones entre un abogado y su defendido.
    b. Se puede juzgar en contra de una Ley derogada si el juez considera que esa Ley -competencia del poder legislativo- debe ser reactivada en el momento que él considere.
    c. Todos los jueces que juzguen a cualquier persona, pueden solicitarle que contribuya con dinero a tal o cual acto benéfico, cultural o educativo, aunque luego pasen por su juzgado.
    d. Cualquier juez puede arrogarse competencias que no le corresponden si este lo considera oportuno. Sin más.
    e. Cualquier condenado puede acusar libremente a su tribunal de: corrupto, fascista, arbitrario y prevaricador, sin que no suceda nada.

    LO MÁS IMPORTANTE.

    Quienes defienden a Garzón le hacen un flaco favor cuando en lugar de encontrar argumentos a sus imputaciones se esfuerzan en denunciar algo que saben que es falso, haciéndolo a sabiendas de que hay que ocultar la verdad y difundir su mentira. A Garzón no le juzgan por la causa Gurtel, sino por socavar los derechos de los justicialbes; no le juzgan por el Franquismo, sino por arrogarse competencias que no tenía y por tratar de aplicar una ley derogada.

    Saludos

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  2. Siempre dije que la justicia no es de este mundo; me parecen siempre inasumibles las " además mayores condenas de un consenado "; si la justicia hizo su cometido - algunas veces se equivoca - pues dejemos de alarar más la pena del condenado. No creo que se sea consciente - la mayoria de las veces - que un condenado por sentencia sufra en su " yo " una inmensidad, y por ello viene al caso de " odiar al delito y compadecer al delincuente ". Visto de esta foma y no de la que conviene es ciertamente chocante que se puede aventar lo negativo de una sentencia - y no digo lo positivo porque ya no deja resquicio a la critica - pues añadido a la sentencia en si misma, hay una sentencia añadida y es el sufrimiento del sentenciado. Perdonar es lo mejor en un mundo tan breve, y ello si que es manjar de dioses y no otra cosa. Dios siempre perdona - siempre - y la critica que no perdona se situa en el plano de lo que es la vida - un teatro -. Acerquemonos a la piedad, al perdón, a analizar lo que podemos hacer de bien en la persona del condenado, pues no es cuestión de disculpar pero si de tener caridad, siempre caridad, al final - pues DIOS existe- y por la dicha caridad seremos juzgados. Y esa es la única y más importante sentencia.

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